martes, 3 de enero de 2012

Caminaban del brazo recorriendo la parte antigua de la ciudad en una noche fría. Él le hablaba de lo que se le ocurría: su infancia, arquitectura, curiosidades acerca de las antiguas iglesias. Cualquier cosa valía para evitar la conversación verdaderamente importante, la que podía cambiarles la vida, la que podía separarles o acercarles.
Ella le escuchaba atenta, sonriendo y sorprendida por lo mucho que sabía. No es que no se diera cuenta de la situación pero tenía miedo también de esa conversación. Así que le escuchaba y veía como con sus palabras la ciudad adquiría un brillo que ella no había visto antes.
Cuando se hizo tarde el la acompañó a casa, felicitándose a sí mismo por lo bien que había llevado la situación. La despedida fue extraña para ambos, las palabras que no habían dicho estaban demasiado presentes en el ambiente.
Ninguno de los dos lo sabían en ese momento pero esa conversación que nunca tuvieron les cambió para siempre.

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